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viernes, 15 de julio de 2011

El Ángel Azul (DVD Edición Divisa)





Para la ficha formal de la película, con sinopsis, reparto y otros detalles, véase Él Ángel Azul (Primera Parte)




A finales del año 2003, Divisa nos regaló esta maravilla de edición especial coleccionista, dentro de su completa colección “Orígenes del Cine”. Si no fuera por Divisa, aún tendríamos que conformarnos con aquel despropósito de edición de Suevia; con la versión no restaurada -muy, muy estropeada- en inglés, sin extras, y con una presentación de parvulario. Una sinopsis donde se da a entender que Jannings es el realizador de la cinta, una foto de La Venus Rubia en la contraportada, y en la portada una de Marlene de los años 50, y la Puerta de Brandenburgo, cuando la acción nisiquiera transcurre en Berlín. Por lo tanto, y más que un consejo, esto es una orden; comprad la edicion coleccionista de Divisa.





El estuche consta de dos discos. El primero contiene la versión alemana de la película junto con los extras, y el segundo disco la versión inglesa en VOSE. Las dos versiones se presentan cuidadosamente restauradas en imagen y sonido.





 Contenido del Disco 1

Película versión alemana en versión original y doblada, subtitulada en español.





Contenido extra:

Audiocomentario del historiador Werner Sudendorf subtitulado al español.

Comparación de las dos versiones, con una escena del Profesor en su clase.

Pruebas de cámara de Marlene Dietrich.

Tráiler del estreno y de la reposición.

Extracto de una entrevista a Marlene Dietrich para la televisión sueca, donde habla del film.

Canciones en directo interpretadas por Marlene Dietrich durante sus conciertos de los años 60 y 70. Estas actuaciones son de Londres, pero no son las que aparecen en el DVD “An Evening with Marlene

  • Falling in love again (Estocolmo, 1962)
  • You're the cream in my coffee (Londres, 1972)
  • They call me naughty Lola (Londres, 1972)

Galerías de fotos con los protagonistas, la película, el rodaje, el estreno, la producción, el atrezzo, etc.

Fichas, cronología y biofilmografía.



Algunas capturas de los extras:





Contenido del Disco 2

Película versión inglesa en versión original subtitulada.





Aquí os dejo un trailer de la edición del DVD. La presentación es distinta, pero el contenido es el mismo:



miércoles, 13 de julio de 2011

El Ángel Azul (Cuarta Parte)

Desnudando a Lola
Siempre se ha hablado de Lola como una mujer fatal, como una vampiresa que arrastra a los hombres a la perdición, y sin embargo no tiene tanto que ver con esto. Almenos esta la idea que muchos tienen sin haber visto la película. Lola es una artista, una cabaretera de suburbio, de cervecería portuaria y público proletario. Es vulgar, es lasciva, y altiva. Segura de sí misma, independiente y dueña de su sexualidad. Pertenece a un mundo donde todo es una representación teatral y le gusta su vida.

-¡Saldrás a entretener a ese hombre!
-Yo soy una artista.

Su relación con los hombres es sencilla; les da lo que ella quiere aunque no todo lo que ellos quisieran, y juega con ellos de manera inofensiva. Su relación con el profesor se desarrolla espontáneamente y con naturalidad. Le gusta su compañía y se divierte con esa clase de hombre; intelectual, puritano y estandarte de la moral. Toda una antítesis de si misma. Se ríe sintiéndose por encima de sus convencionalismos. Una clase de hombre al que no está acostumbrada a tratar, y con el que se divierte orgullosamente poniéndolo en evidencia y llevándoselo a su terreno. No pretende seducirle, sino sólo entretenerse como una niña traviesa y lista. No obstante, es el profesor el que actúa como un niño extraviado y asombrado ante nuevas experiencias. Queda encandilado sin que ella tenga que mover un dedo de manera consciente.




Los encantos de Lola brillan de manera natural y desvergonzada, se desnuda ante el profesor y no porque quiera engatusarle, sino porque le da lo mismo hacerlo ante uno u otro hombre. Es el choque entre estos dos caracteres que representan mundos opuestos, lo que hace llevar al profesor a la perdición, debido a su propia encrucijada interior, y al ataque que esto supone hacia sus valores y su (doble) moral encorsetada. Él mismo cava su tumba sin sospecharlo, y ella forma parte de ello sin quererlo ni beberlo por todo lo que representa para él.


Lola no tiene interés de conquistarle para casarse con él. Convertirse en una señora casada y alcanzar una posición distinguida. Eso no va con Lola. Tampoco necesita un marido que le cubra de regalos. Ya lo hacen sus admiradores. Cuando Rath es cesado del Liceo, va a buscar a Lola y se la encuentra haciendo las maletas para irse y no volver “en un año”. Estaba lista para irse sin despedirse siquiera del profesor. Para ella fue una experiencia más de tantas. El profesor expresa pesar en su rostro y ella le dice “No pongas esa cara. Volveré el año que viene” ¿Quería algo con él? Nada.

Por si esto fuera poco, cuando acto seguido Rath le propone matrimonio, la reacción de Lola es más que significativa. Se ríe en la cara del profesor comprendiendo lo absurdo de la situación y sólo cuando éste le recuerda la seriedad del momento, ella se detiene y acepta con cierta indiferencia. Lo que busca Lola es quizás un criado. Un marido asexuado con las prestaciones de un ama de casa. El eunuco postrado a los pies de su reina. Que venda las mismas postales con las que él la descubrió. Que le vista y le ayude con su vestuario. Que le caliente las tenacillas para rizarse el pelo o le ponga las medias, pero sólo hasta la rodilla. De eso ya se encarga ella. Porque los muslos de Lola son terreno restringido para el profesor. Se miran pero no se tocan.

La historia de El ángel Azul
El Ángel Azul no es un ángel, y no sabemos si es de color azul o si está triste y debido a una mala traducción se le coloreó de azul. El ángel azul es una cervecería, un cabaret de mala muerte en el puerto de un suburbio alemán donde, al igual que en el burdel de Querelle de Brest, acude toda la escoria que en ese puerto atraca, y la gente más dudosa de los alrededores del lugar. Ladrones, estafadores, prostitutas, proxenetas, marineros sedientos de sexo, borrachos y curiosos del pecado carnal. Por el escenario pasan, como en un circo, todo tipo de artistas ambulantes. Cantantes, domadores, ilusionistas, payasos, forzudos y cabareteras ligeras de cascos. En el ángel azul no hay silencio, aunque el artista haga su número en el escenario. Las cervezas se piden a gritos y se dejan en cualquier lugar. Las cabareteras las beben, y entre trago y trago, delante de su público, dejan las jarras por el escenario. Este retrato vulgar y sórdido sería fácil de observar en los cientos de cabarés y bares alemanes de la época. El cabaret de El Ángel Azul está montado al más mínimo detalle realista y figurativo.

En el escenario las sillas se colocan alineadas, para que las artistas esperen su turno a cantar. Y beben cerveza, y se limpian con su ropa como si nada. La interactuación con los allí presentes, observadores de la naturaleza nocturna, es una constante.

¡Lola!
Y aparece Lola, la reina del lugar. Una traviata que sabe siempre dónde está. Una joven curtida a la que todo le da igual. Poco le importa que entre el público le observe el chulo más repelente o el galán más ilustrado, ella actuará igual. Beberá cerveza, se limpiará los labios con los lazos de su atuendo y se reirá de todos sabiendo la atracción que en ellos ejerce. Si Lola es de esta manera, es porque el mundo la ha hecho así y así es como puede sobrevivir. Lola es, a fin de cuentas, un lirio entre cardos.


Ningún hombre tocó nunca mi pianola / y el que lo hizo se pilló los dedos


El siguiente texto es una transcripción del audiocomentario del historiador Werner Sudendorf disponible en la edición de El ángel azul, colección "Orígenes del cine" de Divisa, con algunas anotaciones mías. Se trata de un análisis de la película donde se explica el argumento, y se descifran códigos y símbolos propios de un cine artístico que bebe del Expresionismo, del puro teatro y que a pesar de ser sonoro, muestra aún una esencia  muy ligada al estilo silente.

Asistimos a tres días en la vida del profesor de una escuela en el año 1925. Tres días que cambiarán su existencia. Dos personajes se sitúan en el eje central. El profesor Immanuel Rath y la artista Rosa Fröhlich, conocida como Lola Lola, Representan dos mundos que topan entre sí, que se atraen y que finalmente despliegan fuerzas destructivas.

Nos encontramos en una pequeña ciudad no identificada, en el barrio proletario de una ciudad portuaria de mediados de los años 20. Una mujer levanta la persiana de un local, como si se tratase de un telón, y aparece el cartel de Lola Lola. Este rótulo, que nos acompaña a lo largo de la película, acabará adoptando un aire más distinguido hacia el final de la cinta.




¿Es Lola Lola una mujer fatal? La mujer que al principio limpia los cristales de un local, con el cartel de Lola nos da la pista. La mujer, desganada, detiene su labor e imita la pose del cartel. Lola es una atracción de suburbio más bien barata. Entre las fantasías que la pose de Lola Lola despierta y la vida real, existe una diferencia clara.


El profesor Rath
El profesor Rath también constituye un espejismo. Vive modestamente y en completo desorden y descuido, pero de puertas para afuera pasa por ser un meticuloso pedante.

La conducta del profesor se basa en una estricta ritualización. Todo cuanto contraviene a dicha ritualización consigue sacarlo de sus casillas. Esta conducta del profesor pretende camuflar su miedo a la vida y a las experiencias vitales.

En su estilo se vislumbra el carácter antiguo y pretendidamente digno del profesor. Ropa pasada de moda, un bastón que simboliza la dignidad y edad respetables, etc, sugieren en él un modelo de gentleman autoritario que pertenece más bien al reciente siglo XIX.

Mantiene una lucha desigual con sus alumnos. Ellos representan las ansias de vivir y él representa el temor a ello, a ver amenazada su imagen respetable y a la auto-represión de sus deseos. Recordemos el momento en que descubre a sus alumnos con las postales de Lola Lola y escandalizado las esconde, pero una vez se asegura de estar en su más absoluta intimidad, las observa, se recrea con ellas, aún con el miedo a ser descubierto y con el gesto de la vergüenza causada por su moral, para finalmente acabar al mismo nivel que sus alumnos, acudiendo al ángel azul. Su intención es la de pillar a sus pupilos in fraganti, pero la curiosidad le puede más; ya no puede quitarse de la cabeza a la mujer de esas postales.



Las postales de Lola. El cebo de la moral del profesor Rath.


El Profesor se adentra en el ángel azul
La fantasía sexual evocada en el plano de estas postales se materializa en el siguiente plano, ya en el cabaret, con Lola Lola, el Cupido que mueve sus alas sobre el escenario simbolizando el placer carnal, el grupo de vulgares coristas y el plano de las piernas de Dietrich. Este primer plano fue censurado en la versión inglesa.

Plano de las piernas de Marlene. Censurado en la versión inglesa.


La composición del plano del escenario se basa en un abigarrado decorado portuario en el que Sternberg sitúa grandes redes, gaviotas y anclas colgadas del techo y que enmarcan y apuntan, como flechas a la tarima.

En el camerino de Lola Lola todo está en desorden, de ruido, humo de tabaco, maquillaje, pelucas, ropa, un ir y venir de admiradores y compañeros. En el tocador hay jarras de cerveza. Todo es un reflejo de desorden y desmesura. Esta habitación es un lugar de paso de todo tipo de personajes -hasta un oso pardo con su domador- es a la vez una trampa para el profesor, una tela de araña de Lola Lola, y el escondite de unos individuos que observan a escondidas o en silencio, al igual que nosotros como espectadores de la película. A lo largo del film se repite este recurso del espectador escondido y cómplice del juego.

La habitación de Lola, sobre el camerino, ordenada como un hogar y aparentemente inaccesible, muestra una montaña de maletas que evocan su vida errante e inestable. Esto contrasta con la habitación del profesor que aparecía al principio. También reflejaba un desorden, pero estaba llena de libros y un globo terráqueo. Los mundos y viajes del profesor son imaginarios y se sugieren irreales. Los de Lola son, además de reales, necesarios para su vida.





El profesor se dirige al cabaret, atravesando calles vacías y en penumbra, como un niño perdido, rodeado de peligros. Las prostitutas de la calle, el coro de una canción que suena a lo lejos y que dice “Sé siempre fiel y honesto”, el ruido de una sirena de niebla que asociamos al anhelo de inmensidad pero también al peligro a lo desconocido.


El profesor queda atrapado en las redes del ángel azul.


Es en este momento cuando el profesor Rath llega al Ángel Azul. Observa desde fuera, a través de las ventanas cochambrosas, y al entrar le observamos tras las redes que decoran la cervecería. Se enreda en ellas como una presa, y su depredadora, Lola, desde el escenario, lo ubica en su punto de mira con la luz de un foco que le deslumbra y le hace vulnerable y visible a todos. Su respetabilidad da el primer traspiés, e irá perdiéndola a medida que pase la noche.


Esta noche busco a un hombre ¡Un hombre de verdad!

El vestido de Lola es, como ya vimos anteriormente, de lo más irreverente. El miriñaque de transparencias con el que al darse la vuelta lo muestra todo. En los tiempos que corren hoy, esto no pasaría de una curiosidad más, pero en 1930 esto era un escándalo. El siguiente plano en el que Dietrich se da la vuelta y muestra sus bragas, fue cortado para la versión inglesa y en su lugar se colocó un plano del público.



Los hay grandes y pequeños, delgados y gordos / Los hay limpios y sucios, tímidos o audaces / No me me importa cómo sea mientras me valga / ¡Un hombre de verdad!


Lola Lola continúa su canción picante, y dirigida al profesor se convierte en una sátira contra su nulo atractivo sexual. En el intento por cazar a sus alumnos, se mete, sin darse cuenta en la boca del lobo. El camerino de Lola Lola. El cazador se convierte, sin saberlo, en una presa y se desconcierta ante este mundo desconocido y no permitido. Es en este momento cuando se topa frente a frente con un misterioso y mudo payaso, enmarcados los dos por el quicio de una puerta. Se reflejan como en un espejo. Es el presagio clave, el reflejo de su destino. El payaso mudo aparece poco después, en presencia de Lola y el profesor, pero sólo éste parece fijarse en él.


El profesor y el payaso. Funesto e inquietante presagio.
El primer encuentro frente a frente con Lola es también significativo. Como un intruso, y bastón en alto en sentido fálico, pretende tratarla como a uno de sus alumnos, y someterla a un interrogatorio. Pero ella da la vuelta a la situación y comienza a dominarle. Le hace sentir avergonzado por haber perdido los modales en presencia de una dama, se desviste ante él, y cuando Rath parece comprender lo absurdo de su visita y contemplar la idea de marcharse, el grupo de coristas ocupa la puerta, atravesando la estancia y el payaso aparta la mano del profesor de la manecilla de la puerta y la cierra ante él. Lola sube al piso de arriba, y desde lo alto de las escaleras le tira las bragas al profesor. Cada vez se desconcierta más y no sabe cómo actuar.


¿Es usted la artista Lola Lola?



No se trata de que Lola esté desplegando sus armas de mujer como una vampiresa. Más bien se comporta de manera natural, -aunque nada ingenua- en su hábitat. No siente ningún interés por este hombre, más allá del divertimento y la curiosidad por tenerle allí. Es la rectitud y la moral del profesor, puesto en un terreno desconocido, perdido y sin saber defenderse, y el deseo oculto pero incipiente por Lola lo que provoca el comienzo de su propia perdición. Ella se desviste ante sus ojos, de manera rutinaria y natural, vulgar e inofensiva, juega con él, le sienta en su silla y le da vueltas sobre su eje, como si quisiera hacerle perder su orientación.


La colisión fatal de dos polos opuestos. Atracción y repulsión.

Finalmente, el profesor consigue salir de allí y regresa a su casa, exhausto y afectado por acabar de enfrentarse a sus propias fantasías. Pero el “daño” ya está hecho, el deseo es irreparable, y volverá allí la noche siguiente con el pretexto de devolver a Lola sus bragas, recoger su sombrero olvidado y disculparse por los incidentes causados. A Lola Lola le divierten sus modales, su rectitud y su inocencia sexual, y los somete a sus juegos aparentemente inocentes. Le gusta reírse de él sin que él lo note, le desconcierta y le pone en evidencia “Sabía que volverías. Todos vuelven


Profesor, ¿hay por ahí abajo algo interesante?



Lola queda totalmente sorprendida cuando el profesor la defiende ante el director del local y un cliente que pretende alternar con ella. El profesor Rath se pelea por ella y en ella nace repentinamente una actitud amable y de gratitud hacia él. “Hacía mucho tiempo que nadie se peleaba por mí”

Es aquí cuando la relación entre ellos dos se estrecha, cuando se pone en evidencia la trampa en la que ha caído el profesor inconscientemente y de la que Lola no es culpable directa, sino más bien esa atracción que ha despertado en él casi de manera no intencionada. Rath va perdiendo su autoridad y su identidad y se degrada al nivel de sus alumnos a los que él recrimina justo lo que él mismo está haciendo.


Hacía mucho tiempo que nadie se peleaba por mí.




El profesor conquistado
Hasta éste momento, si el profesor había desarrollado una actitud protectora hacia Lola, una admiración carnal, y un deseo de no querer/poder desprenderse de ella, en el número en que ella canta “Estoy hecha para el amor de la cabeza a los pies” (Falling in love again) Lola acaba conquistándole por completo y éste acaba prendido de amor -un amor algo adolescente- por ella, un deseo del que ya no podrá deshacerse.


Los hombres revolotean como polillas ante una llama / Si sus alas se queman ¿Qué puedo hacer yo? / De la cabeza a los pies estoy hecha para el amor.

A la mañana siguiente, Rath amanece en la habitación de Lola, aunque sin indicios de una relación sexual, ésta le sirve el desayuno y le despide con la amabilidad de una esposa cuando él se marcha a trabajar. No obstante, no queda claro si Lola lo hace con amabilidad auténtica, o si se sigue divirtiendo con él. Así es Lola, un personaje tan complejo que desconcierta no sólo a Rath, sino también al espectador, sin dejarnos claras sus auténticas intenciones para con él.

Al llegar al Liceo todos los alumnos del profesor Rath se han sublevado, su autoridad se ha esfumado, y el director le despide, derrumbándose así el pilar central de su existencia y respetabilidad. Rath recoge sus cosas y se dirige al Ángel Azul con un ramo de flores que no consiguen impresionar a Lola. Ella, que está recogiendo sus pertenencias, para marcharse con sus colegas de aquel suburbio, se sorprende de su regreso y le dice “No pongas esa cara, volveré el año que viene”. Ahora es cuando sabemos que la intención de Lola no era más que un pasatiempo, que conquistar al profesor era un juego para ella inofensivo, además de una simpatía y no una táctica para cazarlo. Aún así, el profesor le pide en matrimonio y ésta, asombrada como en la noche anterior cuando se peleó por ella, se echa a reir y decide entrar en su juego. Se casan.


La boda de Lola y Rath. Felicidad envuelta en una atmósfera de patetismo.
Friedrich Hollaender toca la marcha fúnebre nupcial.

En la mesa, el ilusionista Kiepert, patrón de la compañía, practica uno de sus trucos y hace aparecer unos huevos de gallina. Lola empieza a cacarear como una gallina y Rath entona los cantos de un gallo. Ese canto de gallo del profesor nos recuerda una vez más la seriedad que ha perdido, el giro radical que ha dado en su vida y que se tornará en un final patético. A su vez, representa también un adelanto del futuro que aguarda el profesor. Se da cuenta -el cree- de que todos se ríen con él. Se ha convertido, sin saberlo en el nuevo payaso de la compañía.


La agonía del profesor
Hasta aquí se retratan los tres días en la vida del profesor. Tres días que han cambiado su vida por completo. Desde este punto se comienza a relatar su lenta agonía y comienza a ser consciente de la estabilidad que ha perdido y el destino adverso en el que se ha visto atrapado. En tres días perdió su reputación y su trabajo por una mujer. Ahora se ha casado con ella y ha comprendido que no puede cumplir la promesa de sustentar su hogar. Le mantiene su mujer cabaretera que poco ha cambiado su forma de ser, y se ve reducido a un pobre y desaliñado viejo lleno de resentimiento consigo mismo y el mundo que le rodea, y que malvive a cuenta de su esposa, y vendiendo las postales eróticas de ésta.


El ex-profesor, derrotado en una espiral sin retorno.

Esta actitud se hace muy patente, y con un contraste más violento en la escena siguiente a la noche de bodas en la que él pidió a su mujer que dejara su trabajo. Lo vemos derrotado, aunque nada en comparación a lo que se le viene encima, despeinado, fumando, relegado a un segundo plano, como un estorbo, y esperando a que su mujer acabe el número para vender las postales en las que ésta se exhibe. La canción que suena en ese momento es, además, y con dobles intenciones “Ten cuidado con las mujeres rubias… tienen un nosequé

La actitud de ella también es distinta. Sigue siendo la misma artista, pero su matrimonio es un tedio insoportable. Se muestra indiferente y aburrida con su marido, que ha sido incapaz de aceptar su nueva vida y se ha avinagrado a medida que ha pasado el tiempo.

Rath es culpable de su caída. En su carácter se refleja también un amplio sector de la sociedad burguesa alemana que, empobrecida y alicaída tras los años de inflación de principios de los años veinte, no era capaz de aceptar su suerte.
En este punto de la cinta es cuando el argumento se aleja más de la novela de la que se inspira.


La caída del profesor
Sternberg introduce un salto de tiempo -cuatro años en adelante- y vemos al profesor ya reducido a lo que se presagió desde el principio: un payaso. Que se maquille él mismo, con aparente normalidad nos hace entender que lo ha estado haciendo durante mucho tiempo ya. Se ha convertido en el nuevo número cómico para el público proletario del que él mismo se quejaba. En su mundo él es el único que ha cambiado. A su alrededor todo es barato y pobre. Es de gran importancia el emplazamiento en el que lo encontramos ahora: Un triste camerino subterráneo por el que se accede mediante escaleras. Recordemos que la habitación de Lola en el Ángel Azul estaba justamente al revés. Un piso más arriba sobre su camerino. Ella arriba, él cada vez más bajo.

El ofuscamiento del profesor se agrava cuando el ilusionista anuncia el regreso de la compañía al Ángel Azul, en su ciudad natal, donde el profesor será la atracción principal, y por lo tanto la burla más grande contra su propio nombre y orgullo ya perdido.



El regreso al Ángel Azul significa para el matrimonio un cambio de vital importancia. Ella ya no es la vulgar cabaretera de los años anteriores. Ahora la presentan como una artista de un nivel superior, cuya indumentaria no se presta a insinuaciones eróticas baratas. Además, es anunciada en rótulos más elegantes. Para su marido también supone un cambio, pero hacia el abismo. Abandonó su ciudad siendo un profesor y vuelve a ella siendo un triste payaso objeto de mofa por parte de todos. Él es consciente de que el público ha acudido en masa para presenciar su caída y su perdición. Sus antiguos alumnos y colegas, las autoridades y todo el pueblo está allí para presenciar su final.

Su humillación crece cuando observa los flirteos de su mujer con otro hombre -la antítesis de Rath- en sus narices.

La composición de imágenes es cada vez más compleja y significativa. La masa de personas que evolucionan a la vez en un espacio tan reducido produce una sensación de agobio, al tiempo que ofrece un contrapunto a la soledad y el aislamiento del profesor.

Su salida al escenario se produce entre efectos luminosos cambiantes que forman una especie de selva de luces y claroscuros sobre su rostro, manifestando así el estado al límite de la locura en que se encuentra Rath. Vestido como un payaso de circo barato y sombrero de copa, sale vacilante al escenario. El proceso de ejecución pública se inicia cuando el ilusionista Kiepert pincha y destruye el sombrero de copa de Rath, símbolo de dignidad, solemnidad y buena reputación. Y desde lo alto de la tarima observa la humillación a la que es sometido por los asistentes, y por la visión de su esposa en brazos de otro hombre. La locura finalmente estalla con el canto del gallo y la actitud de una gallina y con el que inicia un tumulto entre bambalinas, explotando su agresividad y rabia tanto tiempo contenida. La camisa de fuerza de su moral inicial se ha tornado finalmente y trágicamente en algo físico y literal.




La salida del profesor de El Ángel Azul es a hurtadillas, tal como entró la primera vez. Rath se haya en un momento de absoluta oscuridad. Lola, en cambio está radiante de luz e indiferente al martirio de su marido. En el escenario canta de nuevo “Falling in love again” pero en un tono decididamente triunfal. Sentada como un hombre en la silla al revés, observa al público con gesto altivo, segura de sí misma.




Es esta imagen del Eros victorioso la que, junto a aquella otra de Lola sentada sobre el barril, lo que a fin de cuentas ha quedado marcado a fuego en la memoria de las generaciones. Ante ella, incluso el poder interpretativo de todo un Emil Jannings se encuentra impotente.

Rath vuelve a la escuela, abatido y anulado como un autómata, dispuesto a encontrar su final, el descanso a su agonía. Entre la oscuridad reinante de una escuela durante la madrugada, se mete en su antigua aula, y se desploma sobre su viejo pupitre al que se agarra firmemente con su mano agarrotada. Así encuentra la muerte el profesor Rath, y así se cierra esta película, mientras la cámara se aleja hacia el final del aula, en silencio y al ritmo de unas campanadas de un funeral.



Anotaciones personales de Serch Dietrich
Espero que os haya gustado esta super entrada dedicada a El ángel azul. Hacía tiempo que tenía ganas de hacerla, porque llevo mucho tiempo leyendo tanto en blogs, como en páginas y revistas, críticas que no me parecen demasiado acertadas. No hablo del "me gusta" o "no me gusta", que me parece muy respetable, sino de críticas tipo "es muy aburrida, es muy lenta, si no fuera por la fama que tiene habría que dejar de verla a los 10 minutos, creía que Marlene actuaría mejor, no sé por qué se habla tanto de la mujer fatal que interpreta Marlene..."

Yo ví El ángel azul por vez primera cuando tenía 17 o 18 años, en una edición pobre de Suevia, cuando aún no había visto nada de Marlene. Me esperaba una película llena de glamour, una Marlene muy vamp y estilizadísima, que saliese a cantar con un smoking negro y sombrero de copa en un cabaret tipo Kit-Kat Club, y no encontré nada de eso. Me quedé algo indiferente, y tras investigar, comprendí que la Marlene del smoking de la que todos me habían hablado no pertenecía a esta película sino a la siguiente, Marruecos. Me dí cuenta entonces de que mucha gente habla de ciertas películas sin haberlas visto.

Volví a ver la película, en una edición restaurada, y la versión que hay que ver, la alemana. La ví con otros ojos, comprendiendo lo que significa esta obra del cine artístico, sin sacarla de su contexto, y apreciandola por lo que es y no por lo que quisiera que fuera. Entonces también conocí mejor a Lola, a la que injustamente se ha demonizado tanto. No es un dechado de bondad, pero tampoco es la Mefistófeles de la que tanto se ha comentado.




El ángel azul bien se merece una segunda revisión, y una tercera. Cuando se conoce mejor, más se aprecia en su totalidad. Para los fans de la Dietrich, un ejercicio interesantísimo es el de visionar sus películas con von Sternberg desde El Ángel azul y por orden cronológico. La metamorfosis que se observa poco a poco en Marlene, su apariencia, y su forma de actuar, los registros de su voz que comenzaron aquí con un timbre chillón y se va haciendo más grave según pasan las siguientes películas. Todo ello se observa como algo curioso, y para algunos de nosotros, apasionante.

Vídeos interesantes

Donde podréis buscar las diferencias entre la versión alemana y la inglesa. Como en Ich bin die fresche Lola , donde se censura un plano de las piernas de Marlene.

Kinder... / This evening children, donde también se corta el plano de las bragas del que hablé anteriormente. Además, aquí vemos al profesor entrando por primera vez en el ángel azul, donde queda atrapado como la presa de una araña.


Blonden Frau'n / Blonde women en la segunda interpretación de la canción.

Falling in love again, en la primera interpretación, cuando Rath cae a sus pies. Y no sé si se verá, porque creo que tiene tiene un copyright de nosequién y no dejan divulgarlo por la red.

Falling in love again, al final del film, donde la vemos a ello, triunfante en su escenario, y al profesor huyendo de allí como alma en pena.


Y por último un tráiler aleman, de la reposición de los años 60. El único disponible en la red, e incompleto:


martes, 12 de julio de 2011

El Ángel Azul (Tercera Parte)





Marlene como Lola
La elección de la actriz que encarnaría a Lola, no fue nada fácil para Sternberg. Dicen que se pensó en muchísimas starlettes alemanas, y en figuras como Gloria Swanson, Phyllis Haver, Louise Brooks, Lya de Putti, Leni Riefenstahl, Lotte Lenya, y Brigitte Helm, la abnegada heroína de Metrópolis. Parece ser que ésta última era la elegida, pero la indisponibilidad de la actriz hizo que Sternberg siguiera su búsqueda hasta dar con quien todos sabemos ya.

La historia de cómo Marlene consiguió el papel de Lola Lola se ha visto siempre enturbiada por informaciones erróneas cuya gran equivocación es la de pensar que Dietrich era la estrella y protagonista del film. La misma Marlene se encargaría durante años de contar su versión de los hechos, en entrevistas, y sobretodo durante sus conciertos.

Como ya vimos en las Primera y Segunda parte de esta entrada, la estrella de la película no era ella sino Emil Jannings. El personaje principal no era Lola sino el profesor Rath, en torno al que gira toda la historia. Que después, e incluso ahora creamos que Dietrich era la protagonista, se debe a la grandísima importancia que retrospectivamente le hemos dado a su papel y a la confección del personaje al que Sternberg le prestó más atención de la que se esperaba. Los carteles y trailers en los que Marlene figura como la estrella principal no son más que aquellos del reestreno de la película en los años 50 y 60.

Según Dietrich, ella era una estudiante de arte dramático en Berlín cuando Sternberg llegó para hacer una película. Buscó entre muchas actrices pero ninguna lograba convencerle. Hasta que una noche acudió al teatro a ver la revista de éxito “Dos corbatas” en la que aparecía Dietrich, y allí la descubrió y se puso en contacto con ella para hacerle una prueba.


Se me pidió que preparara una canción picante para la prueba. Estaba tan segura de que no iban a darme el papel que acudí allí sin la canción. Pero el director fue paciente conmigo y me dijo que tenía que cantar una canción para la prueba. Yo dije “Sí, lo sé, pero ¿Cuál?” y me respondió “Ya que no ha venido con la canción picante, cante alguna que le guste” Y dije “Me gustan las canciones americanas” a lo que él me contestó “De acuerdo, cante una canción americana”

En la primera entrevista entre Sternberg y Marlene, ésta quiso vestirse con su mejor atuendo de “puta portuaria”, porque según ella “Lulu-Lulu, Lola-Lola, o Lela-Lela, o como se llame, es una putita barata” Sin embargo, su marido logró convencerla de lo contrario y acudió vestida con su mejor traje chaqueta y guantes de cabritilla blanca.

Sternberg logró convencerla de hacer la prueba, a pesar de que ella le advirtiera que “No soy nada fotogénica, la nariz se me respinga como el trasero de una oca. Mírese alguna de esas horribles películas en las que salgo

Marlene acudió a los estudios de la UFA para hacer la prueba un día del mes de octubre de 1929. No llevó su canción. Cantó “You’re the cream in my coffee” Según su hija, esta es lo que la artista dijo al llegar a casa:

No es una canción ordinaria, de modo que procuré imprimirle un aire a la soubrette muy barata. El pianista no sabía toda la música y yo me enfadé; pero resulta que esto era lo que quería el tal von Sternberg. Me dijo que siguiera cantando, que parara y gritara de verdad cuando el hombre se equivocara. Así lo hice. Después me senté al piano, crucé las piernas y canté Wenn Man auseinander geht. Ésta fue como una seda, pero, la primera, ¡de espanto! De todos modos, salimos adelante."

La Dietrich declaró en su vejez que jamás vio esta prueba, y que le hubiese encantado encontrarla y verla. Se creía perdida o destruida tras la guerra. Hace unos años apareció. Seguramente ella no llegó a verla, pero nosotros podemos disfrutar de ella en este interesantísimo vídeo.




Finalmente, y venciendo toda oposición, Sternberg obligó a la UFA a contratar a Marlene Dietrich. Aunque en el contrato figuraba una clausula con la que la UFA se reservaba una opción sobre el futuro de la carrera de Dietrich tras la película. Durante el rodaje, se le ofreció a Marlene un contrato de siete años con Paramount Pictures, en Estados Unidos. Ella rechazó la oferta amablemente, alegando que quería quedarse con su familia en Alemania. En la intimidad, diría que "un país que es capaz de hacer estrella de cine a un perro, no puede ser serio"


Tras el rodaje de El ángel azul, y la negativa de Marlene, Sternberg marchó de nuevo a Norteamérica, y ella se quedó en Berlín, con su familia, pero ignorada por la UFA. Finalmente, su mentor consiguió convencerla y Marlene se embarcó rumbo a Estados Unidos, con un nuevo contrato en el que se estipulaba que podría volver a Alemania si no quedaba satisfecha. En efecto, la intención inicial de Marlene, era la de seguir su carrera en Alemania, aunque luego no pudo -o más bien no quiso- volver, pues la sombra del nazismo se cernía sobre su patria.

La misma noche del estreno del film, en el Gloria Palast de Berlín, Marlene se embarcó con su doncella rumbo a América, insegura de los pasos que daba, pero animada por la figura de su protector, que la esperaba al otro lado del océano con los brazos y el corazón abiertos.

Dietrich y Jannings en el estreno de El ángel azul en el Gloria Palast de Berlín.
Dietrich partió a Estados Unidos la misma noche del estreno.


Estas son las palabras de von Sternberg respecto a la Dietrich, en sus memorias: “Hasta que yo llegué a cambiarla por completo, había posado ante todos los fotógrafos para adoptar las más variadas personalidades femeninas. Existen muchas fotografías de ella nada halagadoras y que datan de la etapa anterior a El ángel azul, reflejando una criatura cohibida y con ansias de ocultarse. Sin embargo, las regalaba a todos sin excepción, como si se tratase de un obsequio sin precio. Una de ellas la conservo en mi archivo. Lleva una inscripción que dice 'No soy nada sin ti'. Este mérito lo rechacé entonces y lo hago ahora también, a pesar de que tengo que asumir algo de responsabilidad por la forma como he conseguido perfilar su imagen en mis películas. Nunca había visto una mujer tan bella, con la que no se había contado para nada y de cuyo valor nadie se había dado cuenta”.


Marlene Dietrich; el diamante en bruto. Foto promocional.



Emil Jannings y Marlene Dietrich
Cuenta Lena en sus memorias, que el trato y la acogida del equipo fue bastante frío durante el rodaje. Entre ellos, Emil Jannings, que no pudo evitar mirarla por encima del hombro, temiendo que esa debutante le robara el protagonismo a su personaje. Sintiendo celos, de la atención que Sternberg brindó a su Lola Dietrich. La aversión fue recíproca.


Según Josef von Sternberg, Jannings interpretó su papel de manera excelente. Nadie podría haberlo hecho tan bien. Y con la perspectiva del tiempo, su notable aportación aún parece mayor, ya que en su papel principal no podía competir con la inesperada irrupción de Marlene Dietrich que acabaría robándole la película y convirtiéndose en la estrella de manera totalmente inesperada. Pero Jannings sabía muy bien que pese a su talento no era cuestión medirse con el buen hacer de aquella receptiva mujer. “Supo antes que nadie, antes que yo mismo, que aunque su nombre tuviera que aparecer en letras más grandes que todos los demás, el público, el auténtico juez, no se dejaría impresionar por ello

"Jannings, que me odiaba con todas sus fuerzas, se atrevió a decirme que no llegaría nunca a ninguna parte si me obstinaba en seguir los consejos del fustigador de von Sternberg, y que jamás me convertiría en una gran actriz. Entonces, con el mejor alemán de una chica bien educada, repliqué: Ya lo verá usted. Lo que significaba: Continuaré obedeciendo y trabajnado a las ordenes de von Sternberg, si así me lo ordenan. Usted no tiene ningún derecho a  hablar de esta manera. Lo que dice me repugna, pero no será ud. quien me haga cambiar de parecer. Sólo soy una principiante y ud. es famoso, pero yo soy mejor que ud, no en sentido profesional, desde luego, pero sí como ser humano."


Emil y Marlene. Una relación tensa.


La periodista Ruth Landshoff observó a Marlene Dietrich durante el rodaje. “Cuando tenían lugar las tomas era una actriz disciplinada, hacía todo cuanto le pedían y era agradable y cordial con Emil Jannings. Se mostraba amable con los electricistas y cuando tenía un minuto libre iba a ver a Friedrich Hollaender al pequeño estudio musical para ensayar canciones con él o con sus ayudantes. Llegaba puntual al estudio y jamás se quejaba como todos los demás de no haber dormido lo suficiente. En ocasiones, en especial cuando se enfundaba el vestido bajo cuya falda minúscula y continuamente levantada permitía ver sus enaguas, su rictus grave dejaba entrever una ligera duda sobre si ése sería el papel más adecuado para ella. Emil Jannings, la estrella, se mostraba desconcertado al principio. Su talento de astuto aldeano, de expresión siempre cordial, apenas podía contenerse al escuchar a la joven Marlene cantando en los ensayos."


La novela y la película
El film suele ser bastante fiel a la novela durante el relato de los tres días en la vida del profesor. Esto es hasta que se casa con Lola. Desde este punto es cuando la película se aleja más del argumento original. En el caso del libro, el profesor Rath se venga de la sociedad abriendo una especie de burdel a las puertas de la ciudad, frecuentado por los hombres más prominentes del lugar.

Sternberg declara en su autobiografía: Me gustó la historia narrada en la primera parte de la novela. Me entrevisté con Heinrich Mann y le pregunté si tendría algún reparo en que al estructurar su historia cambiara, suprimiera o añadiera escenas según mi propio criterio. Quería cambiar el final y hacer que el profesor regresara a la clase, donde moría. Heinrich Mann no puso ninguna pega. Me confesó incluso que ese era su deseo, que él mismo había pensado en los cambios propuestos, y me dejó plena libertad para variar y añadir lo que quisiera.

Heinrich Mann declaró al respecto: La acción está desplazada, los problemas que se acumulan son distintos, pero nada de eso altera en absoluto los personajes. A fin de cuentas, siguen siendo los mismos. Ahora evolucionan en la película en lugar de en la novela. Eso hace variar sus trayectorias, pero no su esencia. A partir de una más de sus diversas posibilidades interiores, Unrath, como sucede en la película, puede acabar perfectamente haciendo de payaso, y no de rufián, como en la novela. La acción se ha mantenido siempre en la misma línea, si bien simplificada en consideración a los 50 millones de espectadores que Sternberg prevé para su película.

Pese a estas declaraciones por parte del director y del escritor de la novela, la crítica consideró estos cambios en la trama como un ultraje al espíritu de Heinrich Mann.

El Ángel Azul (Segunda Parte)

Sternberg y Dietrich, en el rodaje de El ángel azul.




El ángel azul y su tiempo
La Alemania de la República de Weimar era un hervidero de innovación, arte y cultura. Las vanguardias se abrieron camino. El Expresionismo en la pintura, el cine y la literatura. El Dadaísmo alemán, la Bauhaus, y el Realismo durante la Gran Depresión. Fue una época de esplendor para salas de cine, teatros, cabarets y clubes nocturnos que se abarrotaban noche tras noche en un Berlín donde todos querían evadirse de la realidad, o sobrellevarla con una dosis de sátira.

El productor y director teatral Max Reinhardt -a cuya escuela de interpretación se alistó una jovencísima Dietrich- revolucionó el teatro -la Kammerspiele- y el cine, e introdujo en él todos los rasgos distintivos del Expresionismo. Esta revolución se trasladaría años después al cine. Numerosas y grandes películas surgieron y se erigieron como referente. He aquí el embrión de El Angel Azul, que abrió sus alas en una época de cambios; el ocaso del cine mudo y los albores del sonoro. La recta final de un cine de vanguardia que pronto daría paso a un cine de masas y propagandístico con la llegada del régimen Nazi.


El ángel azul fue la primera película sonora realizada por la UFA en sus estudios de sonido recién construidos. La técnica del cine sonoro se encontraba aún en sus comienzos. Escribe Sternberg en su autobiografía que "Los alemanes no poseían ni el equipo técnico adecuado ni la experiencia suficiente para realizar un film sonoro. Para eliminar los ruidos de la cámara fue preciso construir una serie de enormes cobertizos para mí y para los cámaras. Nos colocábamos en nuestros respectivos escenarios y teníamos que saltar de uno a otro para garantizar la continuidad del sonido en función de la continuidad de las imágenes"

Aunque todos observaban el nacimiento del sonido con cierto desdén y desconfianza, Sternberg sintió una gran excitación con su primera película sonora, queriendo crear toda una experiencia audiovisual, única en su tiempo. La reacción inicial de Marlene sería bien distinta; "Si llega el sonido, se habrá terminado el interpretar con los ojos: no más visajes, sólo estúpida charla"

Las palabras de Sternberg eran bien distintas:

"Quiero, inmediatamente, sonido. Inundar al público. Envolverlo en sonidos reales. Sonidos del despertar de la ciudad: taconeo en los adoquines de la calle, el chapoteo del agua lanzada delante de una tienda con un cubo metálico, perros que ladran, el estrépito del servicio de loza del desayuno, un canario que canta. ¿El profesor tiene un canario? ¡Sí! ¡El profesor tiene un canario! ¡Sonido! Qué adecuada es la palabra que significa sonido en alemán: Klang. ¡KLANG! ¿No sentís la vibración? El público tiene que ser inundado en sonido, preparado instantáneamente para que aprenda a concentrarse en escuchar el diálogo por encima del Klang."

El sonido de las películas me ofrece la posibilidad de instrumentar una acción mediante la palabra, el ruido y la música, de manera que la instrumentalización se acople orgánicamente a la obra global como componente necesario.”

Aún así, el director austríaco no quiso abusar completamente del sonido, y no descarta
en absoluto el silencio como recurso acústico más, logrando también un contraste con los sonidos que aparecen en determinadas ocasiones.





La música
“Nadie hubiera podido escribir estas canciones -contaría Marlene a su marido, según su hija, al llegar a casa tras uno de esos días de rodaje- Cada día me trae una nueva canción de doble sentido. ¡Qué letras! ¡No me explico cómo lo hace! ¡Es asombroso! En una de las canciones, cantaba que ella es Lola, la favorita del momento, que muchos hombres la aman y que tiene una pianola que no deja tocar a nadie. Es un número con garra que me encanta. ¿Tú sabes lo que es la pianola? ¡Qué ordinariez y qué gran acierto! Ese Hollaender es un genio. ¡Para El ángel azul, un verdadero genio! Escucha ésta, hoy estuvo improvisando al piano y escucha lo que salió. ¡Es mi favorita de todas las de la película!

Otra melodía con ritmo y con garra. Con los pies separados y las manos en las caderas, ella cantaba que iba a buscarse un hombre, un hombre de que supiera y quisiera besar. Un hombre lleno de fuego que supiera qué hacer con él.

Pero la canción que más les gusta a todos, que habla de mariposas y llamas, y “qué le voy a hacer si todos me desean”, ésa es horrible. Menos mal que cuando se termine El ángel azul no voy a tener que volver a cantarla”

Y días más tarde diría en casa:

“¿Te acuerdas de aquella canción tan fea de la que te hablé? Pues ahora tiene traducción en inglés. ¿Y cómo crees que se titula? Falling in love again! La traducción correcta sería “Estoy hecha para el amor de la cabeza a los pies” Por si fuera poco tengo que cantar esa horrible canción también en inglés. ¡Con la traducción se pierde todo el sentido!

Cuando Dietrich comenzó el rodaje de El Angel Azul sintió una fascinación enorme por Sternberg. Pero pronto conoció a otro hombre que se convertiría en otro dios para su altar: Friedrich Hollaender. Alemán pero firmemente contrario al nazismo, como ella. Ilustrado, inteligente y con chispa. El fructífero tándem Dietrich-Hollaender, raramente recordado, se inició con El Angel Azul y aunque sólo se repitió en cuatro películas más (Deseo, Angel, Manpower y Berlín Occidente) la calidad resultante fue siempre brillantísima y evidencia una química enorme entre ambos artistas. Buena prueba de ello se daría en su último trabajo juntos; Berlín Occidente (Billy Wilder, 1948). Donde ella vuelve a ser la cabaretera y él su pianista. Los escasos momentos donde sus personajes aparecen juntos en pantalla dan a entender una relación de complicidad absoluta entre dos profesionales.


Hollaender, al piano, en un fotograma de El ángel azul


Desde el primer momento en que Hollaender entregó a Marlene la primera canción de la película, la actriz quedó fascinada con la música, con el estilo, con los dobles sentidos y los mensajes entre líneas que abundaban en las letras. Sentía que todo aquello se había escrito para ser cantado únicamente por ella. Sentía tanto respeto por estas canciones, que repudiaba su traducción al inglés, llena de cursilerías, perdiendo los dobles sentidos y los juegos de palabras.

La música suena durante todo el film con segundas intenciones y en momentos clave:

"Me llaman la fresca Lola" (Ich bin die fesche Lola) cuando Marlene aparece por primera vez y se presenta en el escenario como el objeto del deseo y pecado que representa.

"Quiero un hombre, un hombre de verdad" (Kinder, heute Abend, da such' ich mir was aus) cantada cuando el profesor es descubierto y apuntado por el foco de Lola desde el escenario, con una retorcida ironía.

"Estoy hecha para el amor de la cabeza a los pies" (Ich bin von Kopf bis Fuß auf Liebe eingestellt) cuando Lola se dirige al profesor que la observa y le seduce definitivamente. Y al final, cuando el profesor ya ha sufrido su martirio y ella se erige como una mujer triunfante e independiente.

"Ten cuidado con las mujeres rubias, tienen un nosequé..." (Nimm Dich in Acht vor blonden Frau'n) en el momento en que vemos cómo el profesor ha caído en desgracia por una mujer.

Además de estas canciones cantadas por Marlene -la segunda, interpretada también por una desenfadada Rosa Valetti- también son significativos los sonidos a modo de presagios, de advertencia de peligro, los cánticos lejanos de un coro de borrachos en un bar que advierten a los oídos del profesor "Sé siempre fiel y honesto", o el aria de Papageno -de La Flauta Mágica- donde el personaje reclama la compañía de una jovencita que le de la felicidad.

La creación de Lola-Lola
Al contrario de lo que muchos han creído siempre, Lola no era la protagonista de la película sino el profesor Rath, en torno al cual giraba toda la trama. Sin embargo, tras el estreno, y contrariamente a lo que la mayoría pensaba, Marlene se convirtió en una estrella, y con ella su Lola-Lola. Fue el público, y no los productores, el que finalmente colocó a Dietrich en prímera línea del cartel y a Lola como protagonista del film.

Sobre Lola Lola, esto es lo que explicó Sternberg: Tenía una figura concreta en la cabeza que se correspondía a la idea que yo tenía de Lola. Y así, fui desechando una actriz tras otra, sólo porque no cuadraban con mi imagen preconcebida. Cierto pintor belga había dibujado en su día la figura precisa. Aunque su modelo hubiera vivido en otro siglo y en otro país, tendría que existir una réplica suya en Berlín. Mi instinto no siempre está despierto, pero esta vez se agudizó lo suficiente como para hacerme dar con el elemento más importante de mi película. Sin esta nueva mujer, electrizante y seductora, la película no habría pasado de un simple estudio sobre la locura de un infeliz profesor de escuela”

El mismo Sternberg confesaría a su musa durante un día de rodaje que "Me he dado cuenta de que de frente me recuerda usted a un cuadro de Félicien Rops y, de espaldas, un Touluse-Lautrec"

¿Sería esta la Lola-Lola que a Sternberg se le antojaba en sus fantasías? Pinturas de Félicien Rops:




Vistiendo a Lola-Lola
Ya desde el inicio de su relación profesional, Sternberg confió en Marlene. Le dio carta blanca a la hora de elegir su vestuario y diseñarlo por sugerencia de Rudolph Sieber, su marido; “Marlene posee una visión extraordinaria para el efecto justo. Una vez conoce al personaje, nunca la he visto fallar

“Marlene estaba jubilosa. -Cuenta María Riva-
Día tras día recibíamos instrucciones de dónde debíamos buscar tesoros olvidados: armarios, cómodas, viejas sombrereras, baúles polvorientos. La casa empezaba a parecer una tienda de ropa vieja. Chilló de alegría al descubrir un mugriento cinturón con una gran hebilla de falsos brillantes. Un quimono raído le produjo un verdadero transporte de júbilo. ¡Fantástico! ¡Fantástico! No cesaba de repetir. Necesito un cuello, a poder ser de satén viejo, de un blanco sucio. ¡A buscar cuellos viejos todo el mundo! ¿Te acuerdas de aquella revista tan mala? ¿No llevábamos las coristas una especie de puños? De lamé, ¿recuerdas? Una birria. Yo los guardé, pero ¿dónde?

Mi padre ya había abierto la puerta de la escalera cuando ella ya le había cogido del brazo:

¡No te quites el sombrero! Ahora mismo nos vamos en el coche a dar una vuelta por las calles, a ver putas! ¿Te acuerdas de aquel tipo del liguero y sombrero de copa de satén blanco? Hay que localizarle. Quiero sus bragas.”
El vestuario de El Angel Azul fue diseñado por Tihamer Varady y Karl-Ludwig Holub. La ropa de Lola-Lola se basa también en la colección privada de Marlene, de sus antiguos espectáculos berlineses. Lentejuelas, gasas, estrás, visón, leopardo, detalles con plumas, ligueros, batines, kimonos, sombreros varios, tocados, bordados, volantes, blondas, transparencias, satén y quincalla.


Corpiño de satén oscuro con escote de hombros caídos y volante de gasa. Tirantes visibles de lencería con detalles de lentejuelas. Bordados sencillos con lentejuelas. La parte inferior se limita a unas medias atadas a unos ligueros y zapatos de salón.




Lola luce un sombrero de tres picos y un miriñaque holgado estilo dieciochesco. Por su origen, ambas piezas se asocian a la autoridad imperante en la corte, pero en su escenario, Lola Lola impregna esta autoridad del elemento erótico. El miriñaque, de aspecto barato se forma de transparencias y detalles en satén, y lleva la parte trasera al descubierto enseñando su ropa interior con blondas. El corpiño es de satén con detalles de puntilla y escote de hombros caídos.


Falda levantada completamente por detrás, dejando al descubierto numerosos volantes de encaje.



Un kimono de la colección de Dietrich, utilizado como batín de alcoba o camerino. Algo a lo que ella era muy aficionada.

Vestido con faldón enrollado completamente por delante para exhibir las bragas, y nuevamente, los ligueros. Nótese el factor erótico que toda esta ropa tuvo en 1930. Puños y cuello sueltos de satén, sombrero de copa y cinturón viejo con hebilla.

Batín de tela fina con remates de piel con el que Lola se pasea por su habitación y camerino cuando no está trabajando.

Traje de viaje de Lola. Chaqueta, falda, camisa, y accesorio de piel.


Un típico y sencillo vestido de novia de los años 20.

Hasta una cortina le sirve como vestido a Lola para ajustárselo a su figura semidesnuda.


De nuevo el corpiño del principio, esta vez cubierto por un batín o kimono.



El conjunto de ama de casa con delantal, y camisa de aire masculino.



El abrigo de Leopardo con el que Lola vuelve al ángel azul.




El vestido con el que Lola reaparece en el ángel azul tiene un aire más distinguido en comparación con los que usara antes.



El último conjunto se compone de medias a la altura de la pantorrilla, una falda de flecos, un chaleco con pedrería y un sombrero de carpintero. La propia Marlene diseñó este atuendo que utilizaría en su escena final. Cuando ya lo tenía prácticamente a punto, le faltaba aún el sombrero, y tomó el de un carpintero. Un sombrero que a la vez era símbolo de libertad y tradición errante.


Hasta aquí la segunda parte de esta entrada. Espero que no os hayáis aburrido de esperar sentados encima del barril. Más material, fotos y textos en la tercera parte.

Por cierto, ¿alguien se ha acordado de Barbra Streisand en Funny Girl con la foto de Marlene y su abrigo de leopardo frente al espejo?