Marlene como Lola
La elección de la actriz que encarnaría a Lola, no fue nada fácil para Sternberg. Dicen que se pensó en muchísimas starlettes alemanas, y en figuras como Gloria Swanson, Phyllis Haver, Louise Brooks, Lya de Putti, Leni Riefenstahl, Lotte Lenya, y Brigitte Helm, la abnegada heroína de Metrópolis. Parece ser que ésta última era la elegida, pero la indisponibilidad de la actriz hizo que Sternberg siguiera su búsqueda hasta dar con quien todos sabemos ya.
La historia de cómo Marlene consiguió el papel de Lola Lola se ha visto siempre enturbiada por informaciones erróneas cuya gran equivocación es la de pensar que Dietrich era la estrella y protagonista del film. La misma Marlene se encargaría durante años de contar su versión de los hechos, en entrevistas, y sobretodo durante sus conciertos.
Como ya vimos en las Primera y Segunda parte de esta entrada, la estrella de la película no era ella sino Emil Jannings. El personaje principal no era Lola sino el profesor Rath, en torno al que gira toda la historia. Que después, e incluso ahora creamos que Dietrich era la protagonista, se debe a la grandísima importancia que retrospectivamente le hemos dado a su papel y a la confección del personaje al que Sternberg le prestó más atención de la que se esperaba. Los carteles y trailers en los que Marlene figura como la estrella principal no son más que aquellos del reestreno de la película en los años 50 y 60.
Según Dietrich, ella era una estudiante de arte dramático en Berlín cuando Sternberg llegó para hacer una película. Buscó entre muchas actrices pero ninguna lograba convencerle. Hasta que una noche acudió al teatro a ver la revista de éxito “Dos corbatas” en la que aparecía Dietrich, y allí la descubrió y se puso en contacto con ella para hacerle una prueba.
“Se me pidió que preparara una canción picante para la prueba. Estaba tan segura de que no iban a darme el papel que acudí allí sin la canción. Pero el director fue paciente conmigo y me dijo que tenía que cantar una canción para la prueba. Yo dije “Sí, lo sé, pero ¿Cuál?” y me respondió “Ya que no ha venido con la canción picante, cante alguna que le guste” Y dije “Me gustan las canciones americanas” a lo que él me contestó “De acuerdo, cante una canción americana”
En la primera entrevista entre Sternberg y Marlene, ésta quiso vestirse con su mejor atuendo de “puta portuaria”, porque según ella “Lulu-Lulu, Lola-Lola, o Lela-Lela, o como se llame, es una putita barata” Sin embargo, su marido logró convencerla de lo contrario y acudió vestida con su mejor traje chaqueta y guantes de cabritilla blanca.
Sternberg logró convencerla de hacer la prueba, a pesar de que ella le advirtiera que “No soy nada fotogénica, la nariz se me respinga como el trasero de una oca. Mírese alguna de esas horribles películas en las que salgo”
Marlene acudió a los estudios de la UFA para hacer la prueba un día del mes de octubre de 1929. No llevó su canción. Cantó “You’re the cream in my coffee” Según su hija, esta es lo que la artista dijo al llegar a casa:
“No es una canción ordinaria, de modo que procuré imprimirle un aire a la soubrette muy barata. El pianista no sabía toda la música y yo me enfadé; pero resulta que esto era lo que quería el tal von Sternberg. Me dijo que siguiera cantando, que parara y gritara de verdad cuando el hombre se equivocara. Así lo hice. Después me senté al piano, crucé las piernas y canté Wenn Man auseinander geht. Ésta fue como una seda, pero, la primera, ¡de espanto! De todos modos, salimos adelante."
La Dietrich declaró en su vejez que jamás vio esta prueba, y que le hubiese encantado encontrarla y verla. Se creía perdida o destruida tras la guerra. Hace unos años apareció. Seguramente ella no llegó a verla, pero nosotros podemos disfrutar de ella en este interesantísimo vídeo.
Finalmente, y venciendo toda oposición, Sternberg obligó a la UFA a contratar a Marlene Dietrich. Aunque en el contrato figuraba una clausula con la que la UFA se reservaba una opción sobre el futuro de la carrera de Dietrich tras la película. Durante el rodaje, se le ofreció a Marlene un contrato de siete años con Paramount Pictures, en Estados Unidos. Ella rechazó la oferta amablemente, alegando que quería quedarse con su familia en Alemania. En la intimidad, diría que "un país que es capaz de hacer estrella de cine a un perro, no puede ser serio"
Tras el rodaje de El ángel azul, y la negativa de Marlene, Sternberg marchó de nuevo a Norteamérica, y ella se quedó en Berlín, con su familia, pero ignorada por la UFA. Finalmente, su mentor consiguió convencerla y Marlene se embarcó rumbo a Estados Unidos, con un nuevo contrato en el que se estipulaba que podría volver a Alemania si no quedaba satisfecha. En efecto, la intención inicial de Marlene, era la de seguir su carrera en Alemania, aunque luego no pudo -o más bien no quiso- volver, pues la sombra del nazismo se cernía sobre su patria.
La misma noche del estreno del film, en el Gloria Palast de Berlín, Marlene se embarcó con su doncella rumbo a América, insegura de los pasos que daba, pero animada por la figura de su protector, que la esperaba al otro lado del océano con los brazos y el corazón abiertos.
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Dietrich y Jannings en el estreno de El ángel azul en el Gloria Palast de Berlín. |
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Dietrich partió a Estados Unidos la misma noche del estreno. |
Estas son las palabras de von Sternberg respecto a la Dietrich, en sus memorias: “Hasta que yo llegué a cambiarla por completo, había posado ante todos los fotógrafos para adoptar las más variadas personalidades femeninas. Existen muchas fotografías de ella nada halagadoras y que datan de la etapa anterior a El ángel azul, reflejando una criatura cohibida y con ansias de ocultarse. Sin embargo, las regalaba a todos sin excepción, como si se tratase de un obsequio sin precio. Una de ellas la conservo en mi archivo. Lleva una inscripción que dice 'No soy nada sin ti'. Este mérito lo rechacé entonces y lo hago ahora también, a pesar de que tengo que asumir algo de responsabilidad por la forma como he conseguido perfilar su imagen en mis películas. Nunca había visto una mujer tan bella, con la que no se había contado para nada y de cuyo valor nadie se había dado cuenta”.
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Marlene Dietrich; el diamante en bruto. Foto promocional. |
Emil Jannings y Marlene Dietrich
Cuenta Lena en sus memorias, que el trato y la acogida del equipo fue bastante frío durante el rodaje. Entre ellos, Emil Jannings, que no pudo evitar mirarla por encima del hombro, temiendo que esa debutante le robara el protagonismo a su personaje. Sintiendo celos, de la atención que Sternberg brindó a su Lola Dietrich. La aversión fue recíproca.
Según Josef von Sternberg, Jannings interpretó su papel de manera excelente. Nadie podría haberlo hecho tan bien. Y con la perspectiva del tiempo, su notable aportación aún parece mayor, ya que en su papel principal no podía competir con la inesperada irrupción de Marlene Dietrich que acabaría robándole la película y convirtiéndose en la estrella de manera totalmente inesperada. Pero Jannings sabía muy bien que pese a su talento no era cuestión medirse con el buen hacer de aquella receptiva mujer. “Supo antes que nadie, antes que yo mismo, que aunque su nombre tuviera que aparecer en letras más grandes que todos los demás, el público, el auténtico juez, no se dejaría impresionar por ello”
"Jannings, que me odiaba con todas sus fuerzas, se atrevió a decirme que no llegaría nunca a ninguna parte si me obstinaba en seguir los consejos del fustigador de von Sternberg, y que jamás me convertiría en una gran actriz. Entonces, con el mejor alemán de una chica bien educada, repliqué: Ya lo verá usted. Lo que significaba: Continuaré obedeciendo y trabajnado a las ordenes de von Sternberg, si así me lo ordenan. Usted no tiene ningún derecho a hablar de esta manera. Lo que dice me repugna, pero no será ud. quien me haga cambiar de parecer. Sólo soy una principiante y ud. es famoso, pero yo soy mejor que ud, no en sentido profesional, desde luego, pero sí como ser humano."
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Emil y Marlene. Una relación tensa. |
La periodista Ruth Landshoff observó a Marlene Dietrich durante el rodaje. “Cuando tenían lugar las tomas era una actriz disciplinada, hacía todo cuanto le pedían y era agradable y cordial con Emil Jannings. Se mostraba amable con los electricistas y cuando tenía un minuto libre iba a ver a Friedrich Hollaender al pequeño estudio musical para ensayar canciones con él o con sus ayudantes. Llegaba puntual al estudio y jamás se quejaba como todos los demás de no haber dormido lo suficiente. En ocasiones, en especial cuando se enfundaba el vestido bajo cuya falda minúscula y continuamente levantada permitía ver sus enaguas, su rictus grave dejaba entrever una ligera duda sobre si ése sería el papel más adecuado para ella. Emil Jannings, la estrella, se mostraba desconcertado al principio. Su talento de astuto aldeano, de expresión siempre cordial, apenas podía contenerse al escuchar a la joven Marlene cantando en los ensayos."
La novela y la película
El film suele ser bastante fiel a la novela durante el relato de los tres días en la vida del profesor. Esto es hasta que se casa con Lola. Desde este punto es cuando la película se aleja más del argumento original. En el caso del libro, el profesor Rath se venga de la sociedad abriendo una especie de burdel a las puertas de la ciudad, frecuentado por los hombres más prominentes del lugar.
Sternberg declara en su autobiografía: Me gustó la historia narrada en la primera parte de la novela. Me entrevisté con Heinrich Mann y le pregunté si tendría algún reparo en que al estructurar su historia cambiara, suprimiera o añadiera escenas según mi propio criterio. Quería cambiar el final y hacer que el profesor regresara a la clase, donde moría. Heinrich Mann no puso ninguna pega. Me confesó incluso que ese era su deseo, que él mismo había pensado en los cambios propuestos, y me dejó plena libertad para variar y añadir lo que quisiera.
Heinrich Mann declaró al respecto: La acción está desplazada, los problemas que se acumulan son distintos, pero nada de eso altera en absoluto los personajes. A fin de cuentas, siguen siendo los mismos. Ahora evolucionan en la película en lugar de en la novela. Eso hace variar sus trayectorias, pero no su esencia. A partir de una más de sus diversas posibilidades interiores, Unrath, como sucede en la película, puede acabar perfectamente haciendo de payaso, y no de rufián, como en la novela. La acción se ha mantenido siempre en la misma línea, si bien simplificada en consideración a los 50 millones de espectadores que Sternberg prevé para su película.